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Abramos un debate hacia la sostenibilidad en todo el mundo; ¿Qué ideas se globalizan?
Vivimos en una época de muchas dualidades y contradicciones. Por un lado, el consumo ostentoso derivado del capitalismo y, por otro, la generación de los “millennials” que promueve un nuevo estilo de vida, o una teoría crítica del consumo.
Por eso, diseñadores de lujo como Jean-Paul Gaultier recurrieron al upcycling, cuando en enero de este año presentó su última colección al frente de la firma realizada con materiales de colecciones anteriores. Vivianne Westwood también trabajó en ese sentido en diferentes ocasiones y fue el diseñador Martin Margiela quien hizo de esta técnica un leitmotiv de su carrera.
Además, el caso de Gucci, que empezó a trabajar con un nuevo tipo de nailon reciclable que se puede regenerar infinidad de veces. Pero siempre, con la cabeza al mando, de quienes ya tienen un lugar en el mundo del diseño; o mejor, de quienes lo controlan.
¿Cómo podemos entonces plantear una revolución verdaderamente sustentable? ¿Dónde está la regla social en el concepto de “sustentable”? ¿Y en América Latina?
Hay una convergencia de mi punto, en corromper la mirada vertical que propone el propio capitalismo, dueño de la moda rápida. Contemplando países con alta carga de trabajo artesanal, pero esta vez, con la mirada puesta en la admiración y valoración del trabajo.
Dar voz a diseñadores alternativos, como Jesica Trosman y Martin Churba; aquellos que apuestan por un cambio radical e integral. Tomando la sostenibilidad como una posibilidad real y no sólo para “algunos”. De hecho, la trama de la colección parte de la ropa de trabajo industrial, lo que le da una impronta realista y conceptual al fenómeno.
“Estamos pendientes de los talleres que están muriendo, son personas que saben hacer eso y nada más, debemos ayudarlos para que estos negocios familiares sean lugares productivos, cooperativos, y que poco a poco se vayan recuperando” - Churba
Además, creyendo que de alguna manera se trata de dar verdadero lugar en la sociedad a quienes se muestran interesados por nuestra ropa, me recuerda a la resignificación que proponía la vanguardia del arte dadaísta, donde la misión era dar un nuevo valor a un objeto reconocido por todos, con un grito de revolución de por medio.
Este concepto se manifiesta, no sólo, en la estética elaborada por los diseñadores, desde la paleta de colores hasta las morfologías implementadas, sino también, en la carga social interna y externa, donde prevalece la conciencia del origen de las prendas, impactando directamente en nuestra elección de consumo y a su vez en la calidad de vida de muchos.
Mejorar la calidad de vida de quienes producen nuestra “piel protectora” es sinónimo de una sociedad honesta. Es un conflicto político y redundante. Pero controlar el consumo suena caprichoso, y olvidamos, por una parte, la relación recíproca que tiene con el eslabón anterior, abriendo puertas al factor social en el marco sostenible, y por otra parte, al impacto medioambiental.
Medio ambiente y moda, ¿cuál es la solución? Si bien reutilizar tiene un fin, nos invita a pertenecer a una vertiente llamada “economía circular”; la cual es un fenómeno muy extendido, pero que enfatiza en promover un vínculo más cercano entre usuario y diseñador, donde el consumidor, a través del crecimiento de las redes sociales, esté consciente de los procesos que implica su futura compra (prendas de vestir).
Esto lo podemos ver fácilmente en las imágenes de Jaramillo, donde reina la cercanía y la conciencia, crea un ambiente familiar, suena alcanzable, destruye ciertas verticalidades, humanizan el diseño, sacándolo del pedestal de los “artistas consagrados”, su corporalidad nos atraviesa, transmite ideología, plasticidad.
Es un gran acierto combinar aspectos sociales, económicos, políticos y medioambientales en una colección o en una marca. Jaramillo redobló la apuesta e hizo “mucho con poco”, integrando a la perfección todas las piezas.
Solo hay una objeción, o pregunta al respecto, en términos económicos, sigue siendo una marca “elitista”, que a su vez incorpora un nuevo lenguaje, siendo inclusiva con mucha gente. Pero ¿no podría tomarse como una ofensa? ¿Es uno de los tantos intentos fallidos de conciliar la horizontalidad?
Continúo abriendo el debate.
En mi opinión y para finalizar, sostengo que cápsulas como estas son un avance hacia algo mejor, o una sociedad más honesta, retomando algunos conceptos planteados por el sociólogo y arquitecto William Morris. No son prístinas y siguen siendo diseñadores reconocidos de Argentina, me gustaría tener la oportunidad de mostrarles más sobre nuestro diseño local y nacional.
Me inspira cómo están haciendo que la sostenibilidad sea culturalmente relevante.
Estas iniciativas muestran cómo la sostenibilidad también puede preservar el patrimonio cultural.
La combinación de preocupaciones sociales y ambientales es lo que hace que este enfoque sea único.
Necesitamos más educación sobre moda sostenible en los medios de comunicación convencionales.
Fascinante cómo están conectando la artesanía tradicional con la sostenibilidad moderna.
Hacer que la sostenibilidad sea inclusiva es el verdadero desafío aquí.
¿Creen que esto podría funcionar en otras regiones con fuertes tradiciones textiles?
El énfasis en la calidad sobre la cantidad es algo a lo que realmente necesitamos volver.
Me encanta ver cómo las diferentes culturas abordan la sostenibilidad a su manera.
He estado tratando de comprar de manera más sostenible, pero la información a veces puede ser abrumadora.
No puedo evitar pensar en cómo esto se conecta con problemas más amplios de desigualdad económica.
El artículo me hace pensar en la historia detrás de mi propia ropa. ¿De dónde vinieron?
Me pregunto si esto podría crear nuevas oportunidades de empleo en las regiones manufactureras tradicionales.
El enfoque en la producción local es crucial. Necesitamos reconstruir la fabricación basada en la comunidad.
Estas iniciativas podrían ayudar realmente a preservar las habilidades tradicionales para las generaciones futuras.
Es hora de que volvamos a valorar la ropa adecuadamente. La moda rápida ha distorsionado nuestra percepción del valor.
Lo que más me gusta es cómo están preservando las técnicas culturales mientras avanzan.
El aspecto político no puede ignorarse. Se trata tanto de los derechos de los trabajadores como del medio ambiente.
Interesante cómo están equilibrando la artesanía tradicional con las necesidades modernas de sostenibilidad.
El concepto de piel protectora resuena conmigo. Nuestra ropa debería tener un significado más allá de las tendencias.
Me preocupa que estas iniciativas sigan siendo nicho a menos que abordemos los problemas económicos más amplios.
El enfoque artesanal me recuerda al movimiento slow food. Tal vez necesitemos slow fashion también.
¿Qué pasa con las soluciones intermedias? No todo el mundo puede permitirse piezas de lujo recicladas, pero todos podemos tomar mejores decisiones.
He estado siguiendo esta tendencia y es increíble la creatividad que alcanzan los diseñadores con materiales limitados.
El aspecto de las redes sociales es interesante. En realidad, está ayudando a crear transparencia en la industria.
Tengo curiosidad por los números reales del impacto ambiental en comparación con la fabricación tradicional.
El artículo realmente destaca la tensión entre accesibilidad y sostenibilidad.
Deberíamos estar enseñando estas técnicas de upcycling en las escuelas. Comience el cambio de mentalidad temprano.
Leer sobre el enfoque de Jaramillo me da esperanza para el futuro de la moda. Se siente más humano.
El enfoque en la ropa de trabajo es inteligente. Aterriza todo el concepto en la realidad en lugar de la moda de fantasía.
¿Me pregunto si estas iniciativas podrían funcionar en otras regiones en desarrollo? El modelo parece adaptable.
La comparación con el dadaísmo es interesante, pero creo que este movimiento es más práctico que artístico.
Tal vez necesitemos repensar toda nuestra relación con la ropa. ¿Comprar menos, pero de mejor calidad?
El problema de los precios es complejo. Sí, es caro, pero la baratura de la moda rápida tiene un costo diferente.
Me encanta cómo se están centrando en construir relaciones entre diseñadores y consumidores. Esa transparencia es crucial.
El artículo plantea buenos puntos sobre la sostenibilidad social, pero ¿qué pasa con el impacto ambiental del envío de estos artículos a nivel mundial?
He visitado algunos de estos talleres y el nivel de habilidad es increíble. No podemos dejar que estas tradiciones se extingan.
Estas iniciativas latinoamericanas parecen más genuinas que el lavado de imagen verde que a menudo vemos de las grandes marcas.
Acabo de empezar a aprender sobre la economía circular y es fascinante cómo podría transformar la moda.
El desafío es escalar estas iniciativas sin perder la calidad artesanal que las hace especiales.
Me parece inspirador cómo los diseñadores están utilizando la ropa de trabajo industrial como punto de partida. Añade una capa conceptual muy interesante.
La conexión entre el trabajo artesanal y la sostenibilidad tiene mucho sentido. Los artesanos tradicionales eran sostenibles antes de que estuviera de moda.
Sin embargo, no podemos ignorar las realidades económicas. La mayoría de la gente no puede permitirse comprar de forma sostenible, incluso si quiere.
¿Alguien ha notado cómo estas piezas recicladas a menudo se ven mejor que los artículos originales de moda rápida? Hay algo especial en la ropa reimaginada.
Lo que más me impresiona es cómo los diseñadores latinoamericanos están incorporando su herencia cultural en prácticas sostenibles.
El artículo me hizo pensar en mis propios hábitos de compra. Estoy tratando de ser más consciente, pero no siempre es fácil.
La visión de Martin Churba para los talleres cooperativos podría ser un modelo para otras regiones. Necesitamos más de este pensamiento a nivel mundial.
¿Alguien ha intentado reciclar su propia ropa? Empecé poco a poco con modificaciones básicas y es increíble lo mucho que puedes transformar piezas viejas.
El contraste entre el capitalismo de la moda rápida y los valores sostenibles de la generación del milenio realmente resuena con mis propias luchas internas sobre el consumo.
Es refrescante ver que la sostenibilidad se aborda desde un ángulo social en lugar de solo ambiental. El elemento humano a menudo se pasa por alto.
En realidad, no estoy de acuerdo con el argumento del elitismo. Tenemos que empezar por algún lado, y las marcas de lujo a menudo allanan el camino para opciones más accesibles.
El punto sobre la extinción de los talleres tradicionales es desgarrador. Estas habilidades se han transmitido de generación en generación.
Pero, ¿no estamos simplemente creando otra forma de elitismo? Claro, es sostenible, pero estas piezas todavía están fuera del alcance de la mayoría de las personas.
He estado siguiendo el trabajo de Jaramillo y realmente admiro su enfoque para humanizar el diseño. El ambiente familiar que crean se siente genuino.
Lo que me llamó la atención fue la comparación con el arte dadaísta. Hay algo revolucionario en dar nueva vida a materiales viejos.
El concepto de economía circular es fascinante. Necesitamos alejarnos de la cultura de usar y tirar que ha creado la moda rápida.
Si bien me encanta el concepto, seamos realistas. Estos diseños reciclados siguen siendo bastante caros. ¿Cómo podemos hacer que la moda sostenible sea más accesible para todos?
Aprecio cómo diseñadores como Churba están tratando de salvar los talleres tradicionales. No se trata solo de sostenibilidad, sino de preservar la artesanía y apoyar a las comunidades locales.
Es realmente interesante ver cómo América Latina está abordando la moda sostenible. El enfoque en la mano de obra artesanal y los talleres locales se siente más auténtico que las grandes marcas de lujo que se suben a la tendencia.