Lo que aprendí al ser pasivo-agresivo

¡La versión introvertida de la historia!

Si este título llamó tu atención, supongo que eres pasivo-agresivo, introvertido, ambas cosas, o simplemente estás interesado. Para todos los que se han reunido, permítanme agregar la advertencia de que ser introvertido es un rasgo de la personalidad y, por lo tanto, refleja características de tu personalidad.

Sin embargo, ser pasivo-agresivo es una conducta que puede manifestarse en cualquier tipo de personalidad. La introversión no es sinónimo de agresión pasiva. Las dos son mutuamente excluyentes. ¿Capisce? ¡Capisce! Sigamos adelante.

Si eres introvertido, lo más probable es que seas reservado, no te interese ser el centro de atención, seas muy observador y respires aliviado cuando se cancelan los planes. Claro, acabo de describirme a mí mismo, pero si tú también cumples con esos requisitos, ¡hola, compañero introvertido!

Dado que las características comunes de este tipo de personalidad son la reticencia y, me atrevo a decir, el escepticismo (a veces) hacia la compañía de los demás, no es de extrañar que la confrontación rechace al introvertido promedio. La confrontación puede ser acalorada e intensa, pero otras veces puede ser tan simple como abordar a alguien por un asunto menor (o viceversa).

En pocas palabras, la confrontación también puede ser expresar tus preocupaciones cuando de otra manera hubieras permanecido en silencio.

Permítanme compartir con todos ustedes lo que el ser pasivo-agresivo me ha enseñado.

1. La gente malinterpretará tu silencio como una licencia para presionarte.

Muchas veces, el silencio se traduce como un signo de debilidad. Se supone que, al no haber una oposición flagrante al asunto en cuestión, has perdido todo poder para afirmarte. Este momento se convierte en el punto de referencia para futuros encuentros. Comienza como un simple ejemplo de conformidad, y pronto se convierte en un ciclo interminable de “sí, hombre”. Aunque eres reacio, te resulta difícil estar en desacuerdo ahora que has establecido esta tendencia de seguirle la corriente. Y así, sin más, te encuentras siendo tratado como un felpudo.

2. Las palabras se pondrán en tu boca.

El silencio da lugar a demasiadas interpretaciones, muchas de las cuales no son las tuyas. A esta idea errónea le siguen muchas otras que se derivan de la original. Además de presionarte, la gente se autoproclamará tu portavoz honorario. En esas (raras) ocasiones en las que quieres hablar, descubres que ya han hablado por ti. ¡Lo peor es que la opinión o punto de vista ni siquiera coincide con tus opiniones o puntos de vista reales! ¡Es exasperante!

Aquí hay algo positivo...

3. Te vuelves aún más observador

El hecho de que te hayas convertido en la persona que nunca habla no significa que tus otras habilidades no estén funcionando. Descubrí que mis habilidades de observación se agudizaron al permanecer en silencio. Mientras todos los demás luchaban por ser los más ruidosos en la sala, yo era capaz de detectar rasgos y cualidades que eran perjudiciales para muchos personajes. Aprendes a evitar a cierto tipo de personas con mucha más facilidad cuando puedes leerlas. Por el contrario, aprendes a hacerte amigo de aquellas personas que son imprescindibles para el desarrollo del personaje. Estas son buenas personas de las que puedes aprender.

Y por último,

4. Tu conciencia te regañará.

Esta es la peor. De hecho, es la que me impulsa a hablar si he recibido un pedido de comida equivocado, un servicio equivocado o simplemente me han colado en la cola. (Vale, todavía estoy trabajando en la última). Puedo admitir que he tomado a regañadientes un alimento equivocado y me he reprendido a mí mismo durante horas y horas. La voz en tu cabeza es más fuerte y más condenatoria que cualquier voz exterior. Después de todo, tú eres tu peor crítico, ¿verdad?

Este es el equivalente interno de ignorar descaradamente a un padre que te dijo que hicieras algunas tareas domésticas. Ahora el garaje de ese mismo padre se abre amenazadoramente, el motor del coche suena cada vez más fuerte y lo único que has hecho durante todo el día ha sido mirar televisión.

Sin embargo, la voz en mi cabeza no es ninguna de esas cosas. Es el sonido colectivo de los pasos a paso lento hacia la puerta y la inserción de la llave en la cerradura. No soporto revivir esta situación desalentadora cada vez que me acobardo ante un conflicto. Así que, como ves, he aprendido a hablar con el tiempo. No es perfecto, pero es mejor que antes.

Es difícil separar la agresión pasiva de la introversión, especialmente cuando ambas están prácticamente casadas. Cuando intentas adaptarte a una nueva forma de abordar el tema, puedes sentir que estás modificando por completo tu personalidad.

La buena noticia es que el tiempo y la experiencia irán forjando tu voz. He hablado con algunas personas mayores y todas han tenido experiencias similares de pasividad en su juventud.

dealing with passive aggressive behavior
Cómo lidiar con la agresividad pasiva

He aprendido lo suficiente sobre mí misma como para saber que ya no quiero lidiar con las consecuencias de ser pasivo-agresiva. Si compartes los mismos sentimientos, entonces es hora de iniciar el cambio. Comienza con algo pequeño y sé constante. Si alguna vez te sientes incómoda con estos cambios, lo estás haciendo bien. Es hora de salir de esa zona de confort.

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